EL CARTEL POLACO
Historia
La Violencia de la Segunda Guerra mundial arrasó a Europa el 1 de septiembre de 1939 con la invasión relámpago de Hitler a Polonia desde el norte, el sur y el oeste sin una declaración de guerra. Pero 17 días más tarde las tropas soviéticas invadieron Polonia desde el este y a esto siguió un periodo de devastación que duró seis años. Polonia emergió de la guerra con una pérdida enorme de población, una industria devastada y una agricultura de pésimo estado. La capital Varsovia casi fue exterminada por completo. La impresión y el diseño gráfico, al igual que muchos otros aspectos de la sociedad y cultura polaca, dejaron de existir. Es un tributo monumental para la resistencia del espíritu humano que una escuela polaca de carteles artísticos reconocida internacionalmente surgiera de esta devastación.
El cartel polaco aparece originado en dos vertientes simultárieaa, artísticas ambas: la pintura y la fotografía. El realismo que imprime la cámara a las imágenes es vertido en el cartel, y al ser cruzado por los diferentes lenguajes de la pintura, imprime a esta nueva expresión del arte una fuerza que no se produce en otros campos. Mientras en el resto de Europa Cézanne desafía los espacios generados por la fotografía, y Picasso pinta «Las Señoritas de Aviñón», que marcan el final de una época y el principio de otra en lo que son las posibilidades expresivas del arte visual, Polonia une esas dos formas de expresión y da nacimiento al cartel. En esos tiempos efervescentes, de divorcio entre fotografia y pintura en nuestros paises de la Europa cercana, se produce dentro del diseño polaco una simbiosis que enriquece de manera notable la cartelística de aquel país, alejándola casi totalmente de cualquier propósito mercantil.


Lo icónico de los carteles de Maszkowski en 1912, o de Kamiñski en 1926, abren el camino a los carteles abstractos y geometrizados de Gronowski de 1932 El realismo que imprime la cámara fotográfica a las imágenes es vertido, adecuadamente tratado, en el cartel; y al ser cruzado por las diferentes corrientes artisticas que aparecen por los caminos de la pintura, se las apropia, imprimiendo al cartel polaco una magia y una fuerza que llega hasta nuestros días transmitida de generación en generación. En sus orígenes dicho cartel se usa como elemento didáctico y como elemento estético en forma simultánea. Pronto se convierte en una fuente de difusión sin paralelo en su país, con mucha mayor difusión, obviamente, que cualesquiera de las otras artes plásticas, a las que otorga espacio y cobijo a través de aquellos pedazos de papel que aparecían en las paredes de las ciudades polacas. A fines del siglo XIX y principios del xx, la sede artística de Polonia era el centro del país -Cracovia concretarnente-, y es alli donde durante la primera década del siglo pasado aparece un movimiento que se conoció como «La Joven Polonia».

Este movimiento abarca todas las artes, y se caracteriza desde sus orígenes, en las postrimerias del siglo XIX y los principios del xx, por su lucha para lograr contacto entre ambos. La acuciosa búsqueda del na¬cionalismo en una Polonia ya independiente, en una recién fundada Escuela de Artes Gráficas, se traduce en la más esforzada defensa de la cultura polaca.

Aquel «culto a la madera» no era nuevo en aquel país, que lo verá acentuado con esta aparición del grabado, que a su vez se ve enriquecido con las nuevas corrientes del momento tales como el cubismo y todos los movimien¬tos que le siguieron. La talla en madera era antiquísima y, como es de suponer, habia generado bellos ejemplos que pertenecian más al cam po de los trabajos en made¬ra propiamente dichos que a los trabajos «impresos». A raíz de esta corriente de grabado se conforma un grupo dirigido por Edmund Bar’tlorniejczyk”, que inicia el camino de las artes gráficas propiamente dichas, independizándolas de la pintura y del grabado. Se abre el camino para una gráfica “utilitaria», lo que marca un camino diferente a la gráfica «mercantilista» del centro de Europa y de Estados Unidos. En 1926 surge en Varsovia el Museo del Libro Infantil, que recogia libros de todas la épocas. Esta iniciativa del Libro Infantil no hubiera sido posible sin la iniciativa de una casa editorial: Nasza Ksiegamía, que continúa su labor, y para fines de la década de los treinta se coloca una primera colección de carteles en el Museo Nacional”. Aun así, todavia la organización del trabajo gráfico tenía carencias en los aspectos laborales. El trabajo en los talleres dependía de una cabeza: un puesto de « jefe gráfico», al que los adultos que aspiraban a él tenían que esperar varios años.

Los veinte años de entreguerras en Polonia consolidan la gráfica tanto en lo organizativo como en los fundamentos de lo que será la gran etapa del polaco. Es el periodo del cambio de expresiones históricas, que, sin dejar de estar apoyadas en lo tradicional, suben a experimentar con la búsqueda que planteaban las nuevas corrientes artísticas. Estos movimientos son coincidentes con el otoño de 1939 (el 10 de septiembre de 1939 Polonia sufre la invasión alemana). Desde ese momento hasta 1945 que dura la ocupación nazi, Polonia pierde, sacrificados por el invasor, más de cuatrocientos artistas plásticos. Sin embargo, quien piense que estos cinco anos fueron un vacío en la vida de Polonia, se equivoca. Tomando otro ritmo, en los restos de los talleres vivía escondido lo esencial del espíritu del arte polaco, produciendo escritos y carteles, manifiestos y poesía, que participaban en la lucha clandestina dándose a conocer a través de hojas volantes contra el invasor. Dentro del mismo ghetto de Varsovia se supo de la existencia de una escuela de arte.

En esa epoca de entreguerras, precisamente, nace Wíktor Górka, en Bielsko Biala en 1922. Su infancia queda matizada por las luchas artísticas que libraba su país en aquellos años, y cuando cumple veintidós anos, en 1946 al termino de la guerra, tanto el arte como el país estaban en proceso de recuperación. Es precisamente en 1946 cuando se inscribe en la Facultad de Artes Gráficas de la Academia de Bellas Artes de Cracovia, llevando vivas todavía las imágenes de su patria sacrificada.

El triunfo, en 1945, mostró las grandes pérdidas, tanto en lo humano, en 10 material y en los equipos y escuelas, como el acervo museográfico. Durante la primera mitad de los cuarenta la producción gráfica fue débil. Ver la gráfica polaca actual sin tener en cuenta todos esos antecedentes es limitarse a los aspectos formales de la misma. Su maravilloso contenido tiene sus raices en todos estos conflictos. La gran generación representativa de 10 que conocemos como la época de oro del cartel polaco, a la que pertenecieron Jan Lenica o Waldemar Swierzy, el primero con aquel cartel de «Wozzeck» (1964), hijo directo del “Grito» de Munch, que se hizo famoso en el mundo entero, y el segundo con un cartel turístico de 1969 que tambien recorrió el mundo promoviendo una Polonia bella y apacible”.

Henryk Tomaszewski (1914 - 2005) El Padre del cartel PolacoFue un artista multitalentoso que trabajó en varias áreas del diseño como el dibujo, la caricatura y el diseño de portadas. Sin embargo el cartel era su amor verdadero y sus carteles van más allá de la comprensión académica del arte.En la mitad de los años cincuenta se estableció en la gráfica polaca una jerarquía que perduró hasta los años noventa. Además de Tomaszewski, Wojcieh Fangor, Jozef Mroszczak, Roman Cieslewicz, Jan Mlodozeniec y Jan Lenica, eran los más destacados representantes del cartel Polaco. 

Henryk Tomaszewski es el cartelista más admirado y con mayor influencia en el diseño del cartel polaco en el siglo XX. En esta fotografía se encuentra frente al cartel de su exposición en el Stedelijk Museum en Amsterdam en 1991. Fotografía de Almar Seinen. Imagen tomada del catálogo de la exposición en la Academia Sztuk Pieknych, Varsovia, 1993.
Durante la ocupación nazí se ganó la vida como pudo y a la par seguía pintando, dibujando y haciendo grabados, destruidos durante el Levantamiento de Varsovia.
En 1947, Tomaszewski junto con otros diseñadores afines empieza a colaborar con la distribuidora cinematográfica estatal Centrala Wynajmu Filmow.
La historia de los éxitos internacionales de los carteles polacos de posguerra se remonta al año de 1948 cuando Tomaszewski recibe los cinco primeros premios en la Exposición Internacional del Cartel Cinematográfico en Viena.
Desde este momento aparece el fenómeno de la Escuela polaca del cartel en el foro internacional y se asocia con el arte que rompe los esquemas de la gráfica de publicidad, aprovechando tanto los logros de la pintura contemporánea como su propia tradición artística.
Los primeros carteles de Tomaszewski ya revelan su futuro método, que consistía en contradecir los esquemas trillados en diseño gráfico y en la constante renovación de su propio estilo.
Precisamente este hecho lo obligó a replantear las convenciones del cartel cinematográfico. En lugar de hacer sensuales retratos de los personajes para conseguir el impacto gráfico, eliminó toda referencia a los actores, sustituyéndolos por atrevidos colores y perfiles abstractos; en vez de ilustrar escenas reales sugiere la atmósfera de las películas recurri endo a las técnicas fílmicas como montajes fotográficos y multiplicaciones (Symfonia pastoral, Baryleczka, Rewizor, Obywatel Kane), recortes y posiciones extrañas (Ditta, Ludzie bez skrzydel) y perspectivas forzadas (James Mason).
Desde el principio la tipografía ejerce una función muy importante en sus carteles, pero es hasta finales de los años cincuenta, cuando Tomaszewski muestra la plenitud de sus posibilidades al crear la imagen sólo a través de las formas tipográficas. Moore es uno de los carteles representa tivos en el cual, sin recurrir a la ilustración, Tomaszewski logra representar perfectamente el espíritu de la obra del expositor (después de más de 30 años, la tipografía del cartel de la exposición de escultura de Henry Moore inspirará al tipógrafo italiano Fabrizio Schiavi a diseñar la fuente Moore 003).
En los años siguientes Henryk Tomaszewski amplía y profundiza su estilo particular: en los carteles aparecen el juego irónico de las formas en convención con el arte Naif (Opowiesci Hoffmana) y composiciones sencillas con manchas de color (Irkcucka historia, Hamlet, Hadrian VII) y tipografía de imprenta.
Hacia la mitad de los años setentas surge un estilo que pronto dominará la obra de Tomaszewski. Un estilo expresivo que a menudo es una fusión de arte pictórico y dibujo con tipografía dinámica (Noso rozec).


Baryleczka (Barrilete), cartel de cine, 1947.
Symfonia pastoral (synfonia pastoral),cartel de cine, 1947.

Rewizor (Revisor), cartel de teatro, 1953.

Ditta (Ditta), cartel de cine, 1952.

Ludzie bez skrzydel (Gente sin alas), cartel de cine, 1947.